LA
ESCUELA DEL CAMPO
En
esta lectura se comparó la gran diferencia que existe entre la escuela de la
ciudad y la del campo, se describía a la de la ciudad y sus condiciones eran
malas, si era así en la ciudad ¿cómo estarían las del campo? Por ser las más
alejadas a las grandes ciudades, las comunidades del campo toda la vida han
sufrido de abandono por parte de las autoridades y con la educación pasa exactamente
lo mismo, se ha mantenido han mantenido en el olvido aquellas pequeñas
comunidades.
EL
MAESTRO DE ESCUELA
La
enseñanza de las escuelas primarias estaba bajo el régimen doctrinal y del
ayuntamiento de ahí era el caso la autorización de una licencia para el
establecimiento de escuelas y del magisterio, de ahí se le consideraba como
profesión libre.
A continuación
menciono un pequeño resumen de las lecturas:
En
las escuelas que eran y son de bajos recursos no hay instrucción, ni moral, ni
nada que preparara un provenir a la juventud, por consiguiente el indio no
aprendía a leer y eso explicaba su estado actual de barbarie y de abatimiento.
Durante
la colonia en las escuelas del campo solo se enseñaba la doctrina cristiana, o
para hablar con más propiedad, los rezos más insignificantes y que se hacían
recitar de memoria a los niño, estos rezos eran, el Bendito, el Padre Nuestro,
el Credo, el Ave María y los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia y como no
se les enseñaba al mismo tiempo el castellano, el aprendizaje de estos rezos
era perfectamente inútil, pues no los comprendían.
Esto
sucedía por que los alcaldes solían abrir una escuela para que se enseñaran los
rezos de los catecismos o el subdelegado desterraba o mandaba engrillado en una
mula al maestro de la escuela, regularmente era un pobrecillo mestizo que había
aprendido a leer en la ciudad, y a quien la miseria obligaba a convirtiéndose
en maestro de escuela, además desempeñaba por necesidad el empleo de sacristán,
notario del cura, barría la iglesias, arelaba los ornamentos, confeccionaba las
ostias, ayuda en la misa, era cantor, componía el monumento del jueves santo y el
Belén en noche buena, enseñaba a rezar a las novias y sus horas de ocio el infeliz tenía
obligación de divertir al cura, al vicario y a la ama de llaves y su sueldo variaba desde cinco pesos al mes
hasta veinte.
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